
El Rey Alberto se mueve de un casillero mientras la Dama Cristina condiciona todo el tablero. Alfiles de ambos chocan en la batalla por determinar quién será la pieza central para la partida del 2023.
El gran tablero de la política argentina empezó a reconfigurarse con fuerza este año, y particularmente, en las últimas semanas. La estrategia coordinada por todas las piezas del oficialismo que permitió amortiguar el impacto de la pandemia, se transformó en un desplazamiento anárquico; desde los peones hasta las máximas jerarquías, en las que cada sub bando oficialista parece hacer un juego propio.
Lo peor, con las fichas negras del macrismo casi estáticas, las piezas frentetodistas parecen sólo abocadas a intentar comerse entre sí como forma de supervivencia. Y la pregunta que se desprende es si el Gobierno está pensando realmente en ganar la partida del 2023, o si siente que el jaque mate opositor es inevitable y se está preparando para resistir los años que vengan.
Cristina sigue siendo el centro de gravedad de todo el tablero. Su discurso en Avellaneda, durante la conmemoración del Día de la Bandera, todavía tiene a los alfiles de uno y otro bando sacándose chispas. La crítica que hizo a los movimientos sociales por “tercerizar” los planes y la afirmación de que deberían volver a la órbita del Estado, en manos de Intendentes, trasladó toda la tensión política de la semana al enfrentamiento entre el Movimiento Evita y La Cámpora.
Los máximos referentes del movimiento social -que hoy es la única estructura concreta que sostiene a Alberto Fernández en su rol de Rey de las piezas oficialistas- salieron a responderle con dureza a la Vicepresidenta. El propio Emilio Pérsico afirmó que ella misma “se desgasta con estas cosas”, y los dardos más picantes que le lanzaron fue acusarla de no entender el mundo del trabajo del siglo XXI y no conocer la pobreza.
Del lado de la organización liderada por Máximo Kirchner, el alfil designado para el contrataque fue, como viene sucediendo en los últimos meses, Andrés “El Cuervo” Larroque, Secretario General de la organización kirchnerista. Larroque acusó al Movimiento Evita de ser cómplice del ajuste junto al Ministro de Economía, Martín Guzmán, y sacudió a Pérsico planteando que tenía alguna fijación psicológica con Cristina.
La pelea, que ya pasó a preocupantes tonos personales, tiene un trasfondo político que también avanza. La Vicepresidenta entiende que el Estado está financiando con planes sociales a organizaciones que le generan una conflictividad social difícil de contener, y quiere cortar ese chorro de recursos. Para ello empezó a tentar a quienes pueden aparecer como aliados estratégicos: Intendentes del conurbano y Gobernadores del interior.
Con los jefes comunales, los contactos se vienen profundizando y siendo cada vez más fluidos, incluso con aquellos enemistados históricamente con La Cámpora y que hasta se animaron a empujar un albertismo que nunca fue. En cuanto a los líderes provinciales, la cosa camina a través de la Liga de Gobernadores, que va creciendo en volumen político y este viernes tuvo su primer encuentro cara a cara en el Chacho de Jorge Capitanich. Ya son 17 Gobernadores y Gobernadoras participando del espacio, que en el comunicado emitido pidieron al Presidente “ser parte de las decisiones”.
Entre otros reclamos, mencionaron los subsidios al transporte público, el reclamo por la coparticipación, la crítica a la CABA y una distribución más equitativa de combustibles como el Gas Oil, que en la capital se consigue a menor precio que en las provincias agropecuarias del norte donde además escasea y frena la actividad económica. Axel Kicillof y el propio Capitanich conducen ese espacio, desde el cual podría aventurarse algún alfil que juegue de candidato en la fórmula del 2023.
El Movimiento Evita, por su parte, intenta recostarse en las organizaciones sociales y ya expresó en el comunicado con el que respondió a CFK que convocará a la creación de un partido de las organizaciones para participar en las PASO. Esto agudiza las tensiones sobre todos con Intendentes a los que se le abrirían listas para la interna en sus distritos. El Evita está decidido a disputar la conducción política con Con Cristina Kirchner, y Alberto Fernández lo cuenta como su principal aliado. No por casualidad Larroque afirmó que Pérsico era el principal responsable de enfrentar al Presidente con la vice.
Como gran condicionante de todos los movimientos del tablero, está la penosa situación económica del país. Si bien la reactivación económica ya está fuera de discusión y la Argentina se encamina a su segundo año consecutivo de crecimiento como hace mucho que no pasaba, la inflación sigue siendo un flagelo y en número de junio volverá a estar por encima del 5%. Los ingresos de trabajadores y trabajadoras se licúan y no hay buena noticia que el Gobierno pueda dar que rompa esa barrera de malestar social.
En el intento por contener la disparada, el equipo económico anunció nuevas medidas para instaurar una sintonía fina en las importaciones. La escasez de dólares y la brecha entre el oficial y los paralelos son el caldo de cultivo para las importaciones especulativas como forma de capitalización para ganarle a la inflación.
El flamante Ministro de Producción, Daniel Scioli, es uno de los encargados de contener esa situación pero más desde su muñeca política y su relación con los empresarios. Scioli es otro de los alfiles que se mueven rodeando al Rey y la Dama esperando la chance de su revancha del 2015.
Otra pieza fundamental del Frente de Todos, Sergio Massa, apretó tuercas la semana pasada marcando su descontento con el tono de las internas y aceleró la concreción de un plenario del Frente Renovador para discutir la situación. De buen y fluido contacto con CFK, Massa viajó junto al Presidente a la cumbre del G7 y nuevamente exhibe su principal capital político: la posibilidad de funcionar como un nexo articulador entre las distintas tribus del FDT en pos de sostener la unidad y llegar competitivos al 2023. Si eso le alcanzará para poder calzarse el traje de ficha principal el año que viene o no aún es una pregunta abierta.
El Rey Alberto parece sitiado y sin poder dar respuestas contundentes que lo reposicionen al interior del oficialismo y de cara a la sociedad. La Dama Cristina se come cualquier ficha del tablero que se le interponga, y el todo de su discurso casi opositor al Gobierno que ella gestó permite la pregunta sobre si no está pensando en que la partida está perdida y es preciso replegar.
Tal vez por eso toda su fuerza puesta en el armado de la provincia, en la red con los Gobernadores y en sacarse de encima para la etapa que venga a los socios molestos como el Movimiento Evita y hasta el propio Presidente.
Varios alfiles giran alrededor de esa escena esperando una bendición del Rey o la Dama para ponerse el traje de candidato. Así está planteada la disputa sobre el tablero, con el riesgo de no salir de una pelea palaciega que aleje aún más a una sociedad descontenta, regalándole peligrosas posiciones a las fichas de negro, que en realidad son amarillas.